La voluntad de Dios: 4 en 1

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En nuestro vocabulario como cristianos, surgen constantemente cuatro palabras de vital importancia: la voluntad de Dios. Dichas palabras las usamos en diversos contextos. Por ejemplo, en algunas ocasiones estamos ansiosos por lo que sucederá en el futuro con algún aspecto de nuestras vidas, entonces expresamos: ¡Que se haga la voluntad de Dios! Asimismo, en otros casos, debido a las consecuencias generadas por desobedecer la Ley de Dios, manifestamos que los resultados obtenidos fueron la voluntad de Dios. Ahora bien, ¿será que todo lo que acontece es la voluntad de Dios? O más bien, ¿será que Dios tiene una sola voluntad, pero también tiene propósitos?

La Sagrada Escritura declara en Romanos 12:2 que, como creyentes, debemos renovar nuestro entendimiento con el propósito de comprobar "cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Pero, ¿por qué renovar nuestro entendimiento? La respuesta es sencilla: Nuestra voluntad es mala, desagradable e imperfecta; por lo tanto, debemos aceptar la de Dios, ya que nos traerá solamente beneficios.

El versículo que vimos de Romanos utiliza la palabra "voluntad" en singular, lo que nos lleva a afirmar que Dios tiene una sola voluntad. Sin embargo, lo interesante es que La Biblia también exhibe en cuatro textos más algunos detalles para que los seres humanos comprendamos mejor la voluntad del Señor.

El primero de esos textos es 1 de Tesalonicenses 4:3, el cual dice lo siguiente: "pues la voluntad de Dios es vuestra santificación". Aquí el apóstol Pablo, en inspiración, menciona que para cumplir la voluntad de Dios es necesario iniciar en el proceso de santificación, ya que sin ella nadie verá al Señor.

El segundo lo hallamos en la misma carta de Pablo, pero en el capítulo 5 y en el versículo 18: "Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús". Vemos que para Dios es agradable que sus hijos se encuentren en continuo agradecimiento en toda circunstancia.

El tercero se ubica en 1 Pedro 2:15 y expone lo que sigue: "Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos". Es claro que los creyentes debemos llevar la luz de la verdad a los que no la poseen; no obstante, debemos realizar esta obra con un amor pleno hacia dichas personas.

El cuarto texto está en Mateo 18:14 en voz de nuestro Salvador: "Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños". Si Dios no quiere que ninguno se pierda, Él anhela que todos se salven.

Como hemos analizado, la voluntad de Dios es una, pero está conformada por cuatro aspectos: nuestra santificación, nuestro agradecimiento, nuestra obra de ser luz, y nuestra labor en la salvación de los seres que perecen. Todo esto manifiesta que la voluntad de Dios es integral: no podemos santificarnos, si no somos agradecidos. Y no podemos ser luz, si no nos interesa la salvación de nuestros prójimos. Recordemos este maravilloso versículo: "sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados" (Santiago 5:20).

Con este panorama, ya nos queda claro qué es y qué no es la voluntad de Dios. Y ahora con esta luz debemos preguntarnos: ¿Estoy dispuesto a decir con Jesús: "no se haga mi voluntad, sino la tuya"?


Rodrigo Sánchez Renderos

​​Anciano y Director de Evangelismo en la Iglesia Adventista del Séptimo Día de El Brasil, Alajuela, Costa Rica.

GYC Costa Rica